
Desde
Ribadeo a Villagarcia: Tradición y modernidad
Julia López
El mar y
el verde protagonistas |
Galicia ría a ría
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Galicia
se asoma desde las rías altas y bajas al bravo mar que tanto
ama, con su paisaje escarpado y un verde luminoso que lo cubre todo,
mientras se deja “acariciar” por las olas en un vaivén
interminable de subidas y bajadas. Mareas vivas del Cantábrico
y del Atlántico, que unidas a tempestades imprevisibles dan
tantos disgustos a pescadores y navegantes como riqueza gastronómica
proporcionan a sus gentes y visitantes. |
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Las
tierras gallegas merecen siempre una nueva visita, por su gente,
paisaje y gastronomía. Hay que sumergirse en su verde y azul
inmenso, perderse por pequeños pueblos pesqueros o de interior
que llaman la atención por su colorista arquitectura popular,
detenerse en sus monumentos religiosos, recorrer sus playas y puertos
o descubrir la naturalez más salvaje en las sendas entre
ríos y montañas. |
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Para
disfrutar, sobre todo, de los sabores del mar y conocer de cerca el
origen de sus sabrosos productos, hemos escogido una ruta por las
altas rías gallegas, y hemos comprobado nuevamente como en
Galicia han sabido
aunar sabiamente la tradición y la modernidad. Desde Ribadeo
hasta O Grove, haciendo un alto especial en las puntas más
al norte o más al oeste de la península, hemos recorrido
desde las playas más solicitadas a los faros poco visitados
como la Punta Roncudo, o el casi “religioso”
e ineludible, Finisterre, lugar de peregrinación santiaguina.
Una ruta con parada y fonda en los pueblos de pescadores más
populares, Malpica, Múxia, Boiro...o
en los “campings” más aislados como el de Estaca
de Bares. Aunque hemos podido admirar los modernísimos
viaductos que cruzan ríos y valles, hemos evitado autopistas
y autovías, y en general no nos han decepcionado las carreteras
secundarias, bien cuidadas y admirablemente respetadas por las vacas
que pastan en sus orillas.
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PLAYA
DE CORRUBEDO
PLAYA
DE ESTACA DE BARES
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Ribadeo
corona la ría que forma el río Eo, que nace
en las tierras de Baleira, en las proximidades del bosque de Estornín,
al desembocar en el mar Cantábrico y sirve de límite
entre las comunidades de Galicia y Asturias. En Ribadeo
una buena muestra de modernidad es el largo puente que une las dos
orillas de la ría, y que se puede admirar desde el puerto
de pescadores. El puerto, el Bar Marinero, es un buen destino
para comer a precios populares. El centro histórico también
merece una visita detallada, por su belleza, y sobre todo por su
arquitectura neoclásica y colonial. La Torre
de los Moreno o el palacio municipal, son obras testigo
de aquellos gallegos que hicieron las américas hace ya dos
siglos.
D espués de Ribadeo, es imprescindible una visita (y un baño,
si el tiempo acompaña) a las playa
As Catedrais, y pasearse en marea baja (por la
mañana) debajo de las arcadas naturales que sobresalen de
la arena. Otra playa para no perderse es la de Esteiro,
un verde trazado geométricamente sobre la arena, o la playa
Islas o la de Os Castro.
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Y
después de pasar por el precioso pueblo de Viveiro
llegamos a la punta más al norte de la península ibérica:
Estaca de Bares:
El pueblo de Bares,
de casas blancas preserva su identidad rural de refugio del bravo
mar. Al puerto y a la playa se llega por amplia carretera de montaña.
Sobre la cima que domina el puerto y el camping, que acoge a su lado
en verano, hay algunas edificaciones y estrechas y empinadas calles.
Desde allí hay una carretera que lleva hasta el faro. Un paisaje
como de “fin del mundo” por su aislamiento y abruptos
acantilados. En el puerto de Bares, de antiquísima
construcción, conviven en armonía, inmensas piedras
redondas y pequeñas barcas de pesca azules y rojas. Esta es
una zona de buena pesca. Es lógico que los pocos restaurantes
que hay, ofrezcan el mejor marisco y pescado, que puedes degustar
en sus miradores frente al inmenso mar. . |
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Los
pueblos de pescadores |
Desde
Bares el destino es Malpica,
la capital de la comarca de Bergantiños, en busca de otra punta:
el cabo de San Adrián que saluda a las pequeñas
islas Sisargas. Queremos parar en La Coruña,
aunque nos desviamos bastante de la línea recta que nos llevaría
directamente al Ferrol y preferimos seguir haciendo eses
y desviarnos hacia otras puntas, como Cabo Ortegal, al lado
del bello pueblo de Cariño,
centro de la ría de Ortigueira, o un poco más
abajo, Cedeira, regada por ría del mismo nombre. Los
alrededores del ria del Ferrol, y los antiguos paraísos de
pesca alrededor del Pazo de Meiras merecerían un recorrido
especial, pero optamos por parar en Mugardos, admirar su puerto, y
al final comer en la Playa de la Magdalena de Cabañas.
Pinos al lado del mar, separados del agua transparente por una fina
arena blanca, zonas de aparcamiento y relajo junto a restaurantes
de todos lo estilos. Escogemos el restaurante O’Pazo
y nos chupamos los dedos con el plato del dia: arroz caldoso de marisco.
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Durante
el viaje hacia La Coruña nos sorprende el paisaje verdísimo
de los alrededores de la ría de Betanzos,
y la vitalidad del pueblo del mismo nombre. Una villa antigua y monumental
que se despliega alrededor de la ría, en la que los más
jóvenes compiten con piraguas de todos los colores. Como cada
año a finales de agosto intentarán recorrer a toda velocidad
más de 20 kilómetros jaleados en las riberas por sus
convecinos. Toda una tradición que recuerda como hace tiempo
los ríos eran los protagonistas del transporte de
mercancías y de la comunicación entre los pueblos.
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La
antíquisima torre de Hércules vista desde Botero,
se erige
sobre la Rosa de los vientos. |
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El
faro de todos los vientos |
En
La Coruña, resulta obligada la visita
a la punta emblemática,
que preside la ría: La Torre de Hércules,
el faro romano en
actividad más antiguo del mundo. Esta punta es
la reina de los vientos, que azotan de un lado u otro sin
parar y justifican la gran estrella de los vientos de la base
del faro, que se erige como terraza-mirador frente al mar.
Este lugar, está siempre a rebosar de turistas. Grandes
colas para subir a la torre-faro, o para entrar en el Acuario...
nos aconsejan un paseo solitario por los alrededores.
Las esculturas en medio del verde, el paisaje de las
playas de La Coruña y la tranquilidad merecen
este corto alejamiento del imponente faro, que tan
bien se vislumbra desde la escultura de Botero,
desde la base de la montaña
que lo acoge.
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En
el puerto de Mlpica, pescadores y sus familias, pasan las noches
del sábado, o las tardes del domingo |

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Malpica es
la capital de la comarca de Bergantiños, al Noroeste de la
provincia de La Coruña, en la mítica y famosa Costa
da Morte. Un pintoresco puerto, que tiene la pesca como principal
actividad, en cuya lonja, si se coincide con la subasta, se puede
comprar toda clase de pescados. Pero estamos en fin de semana y
aunque la flota está atracada, sobresalen en la bocana algunos
pescadores que deben tener un poco de “mono” y pasan
el rato en con la caña de pescar y la familia...A primera
vista este puerto industrial parece hacer pocas concesiones al turismo.
No hay ningún bar o restaurante cerca de las coloristas embarcaciones,
incluso la Casa
del Pescador tienen su puerta principal en una de las
calles que salen del puerto. En este local social dejó su
huella el pintor Urbano Lugrís. En su paso por Malpica
de Bergantiños legó varios murales, llenos
de textos poéticos, flora y fauna marina. Bares, restaurantes
están en la calle de arriba y algunos de ellos tienen amplios
ventanales con bellas vistas panorámicas al puerto. Uno de
ellos: el Bar Cachon, situado en un primer piso, disfrutamos
de la cocina marinera más popular. Allí sirven “raciones”
de las mejores tapas hasta que se acaban. |
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De
espaldas al puerto, y al otro lado del pueblo se llega a la playa
y al paseo marítimo, desde el que se pueden admirar las islas
Sisargas. Para llegar hasta esta zona de ambiente más
turístico hay que deslizarse pendiente abajo o descender muchos
escalones. Otro punto de observación de estas islas, a las
que solo se puede acceder en embarcación privada, es la ermita
de San Adrián. Desde allí nos dirigimos a otro
mirador privilegiado que nos ha llamado la atención: la
Punta Roncudo, donde según dicen los marineros de Corme,
los “arriesgados percebeiros” ponen en peligro su vida
capturando percebes en las escarpadas rocas. El faro en este atardecer
de finales de agosto tiene únicamente un visitante motorizado
que proporciona a la impresionante puesta de sol un aspecto inolvidable.
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La Costa
da Morte más allá de las tempestades |
Nos
preguntamos cuantas catástrofes alimentan la fama terrible
de la Costa da Morte
y justifican su nombre. Una costa escarpada y salvaje que exhibe la
mar más brava junto a playas tan idílicas como las de
Laxe, Camariñas o Múxia,
que siguen siendo verdaderas maravillas de la naturaleza, casi tres
años después del “chapapote” que las ensució,
a la vez las coloco como el centro de una solidaridad impresionante.
En Casa Marujita recuerdan esos días aciagos, mientras
siguen cocinando sus calderos de comida y sirviendo las raciones en
la calle (si hace bueno), o en el comedor (con el aparador familiar)
antiguo salón de la casa. En este pueblo vale la pena visitar
el santuario de la Virgen de la Barca, muy cerca están
las piedras de los milagros, que cuentan que formaron la nave en la
que llegó la virgen para aparecerse al Apóstol Santiago
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De
Múxia vamos a Corcubión, otro importante
pueblo marinero desde el que sale la carretera que nos lleva hasta
Finisterre,
el Finis Terrae de los romanos. Antiguamente en el faro de Finisterre
acababa la tierra y empezaba el misterio de lo desconocido. No en
vano, este macizo es el punto más occidental de Europa. El
“fin de la tierra” es también el punto más
alto de la zona y el que más historias podría contar
de naufragios y tragedias. Muy visitado por turistas y peregrinos,
que después de haber alcanzado Santiago, agradecen al Santo
Cristo, situado de cara al mar, detrás del faro, el estar sanos
y salvos. Esta cruz tan solicitada es el punto más emblemático
de la Costa de la Morte. |
Finisterre,
testigo de tragedias marineras |
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Y
de Finisterre a otra punta emblemática:
Corrubedo, un pueblo con un pequeño puerto y una inmensa
playa limitada rodeada de arbustos y árboles, centro de un
hermoso paraje que fue declarado Parque Nacional en el año
1992. Está formado por un complejo dunar, lagunas y marismas
que debido al efecto del viento fueron cerrando lo que antes era una
bahía. Tiene un total de 1000 hectáreas. Lo componen
las dunas más grandes del norte de España que son móviles,
avanzan en sentido este-oeste. La arena sube desde el mar y baja por
la ladera, provocando un lento movimiento hasta la laguna de agua
salada de Carregal, que tiene una extensión de 250 hectáreas,
y que sufre los flujos de las mareas y los regatos que bajan de la
sierra de Barbanza. Un paisaje de fauna y flora único, de interés
especial para los amantes de los espacios naturales que se erige entre
las rías de Arousa, Muros y Noia.
En esta zona de gran valor ecológico e se encuentran los mejores
miradores sobre las rías y los valles, espectaculares cascadas
y manadas de caballos pastando en libertad. |
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Después
de visitar el faro de Corrubedo seguimos hacia el sur, y
nos adentramos en las Rias Bajas, hacia la ría de Arousa. Riveira,
con su playa y Pobla do Caramiñal, con su gran puerto
deportivo, en el que destacan antiguas y nuevas embarcaciones de vela
latina, visitamos Boiro
y siguiendo “mar adentro” como en la película de
Amenábar (*),
nos perdemos en la península de Abanqueiro,
dando vueltas a su famosa “charca”, desde el Porto
de Son, a Palmeira descubrimos estrechísimos
caminos secundarios, que nos llevan a las puntas de Chazo,
de Cabo Cruz y Pedrarubia, lugares donde las mariscadoras
se mueven con soltura entre agua, algas y lodo, capturando unas almejas
de gran tamaño, que suponemos tan deliciosas, aunque menos
famosas como las de Carril, de la vecina Villagarcia de Arosa. Esta
zona, fuera de las rutas turísticas son ideales para recorrer
a pie o en bicicleta. Son unos 10 kilometros de arriba abajo en los
que no se puede ir con prisas. |
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Vista
desde la Toza del incedio de la sierra de Carnota |
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Paisajes
con dolor: incendios provocados |
Aunque la autovía
hacia Villagarcia y el monumental viaducto sobre la ría
nos hubiera evitado muchos kilómetros desde Rianxo
a Catoira, optamos por rodear la ría y seguir por
la carretera nacional. Descubrimos un restaurante de carretera, el
Bahia, donde combinan sabiamente los menús caseros y raciones
a buen precio de nécoras, gambas y almejas. Desde
Riancho hasta O Grove, un paisaje triste al fondo,
grandes incendios, en varios puntos diferentes. Los alrededores de
las Rias Bajas son de una belleza más tranquila y accesible.
Hacia el interior el albariño se convierte en el rey: viñedos
por todos lados y campos esculpidos con diferentes verdes. Villagarcia
muestra al mar su historia y modernidad a través de edificios
de grandes ventanales blancos y modernos edificios de nueva construcción.
Carril, la
patria de las mejores almejas, es el punto más turístico
de la zona, en su inmensa playa se practican todo tipo de deportes.
Desde el puerto de Villagarcia hay viajes organizados a la
cercana isla d’Arousa, aunque también, a las más
lejanas de Oms y Cies,
a las que se llega en mucho menos tiempo desde el turístico
Sanxenxo. |
Y
desde Cambados a La Toxa,
seguimos acompañados por un paisaje de incendios hasta que
nos adentramos en la famosa “isla”, reina del juego, en
la hora en que el sol se pone en el horizonte y los turistas que cada
día la visitan en masa la han abandonado. Esta isla, patrimonio
turístico inventado en los 60, es ahora un lugar privilegiado
rodeado de mar, de un paisaje tranquilo y relajante (sobre todo al
atardecer) en el que conviven una exclusiva urbanización, junto
al antiguo y modernizado balneario, un inmenso hotel y el gran casino.
Por la noche, si uno no pretende despilfarrar en el juego o en los
sofisticados restaurantes, vale la pena volver a
O Grove, uno de los pueblos de pescadores por excelencia, en
el que se combina a la perfección la industria pesquera, con
la actividad turística. Su oferta gastronómica es amplia
y de calidad, las famosas “caldeiradas” de pescados lucen
su producto junto a las mejores tapas de pulpo gallego. Y para variar
una opción más sofisticada ya en pleno barrio de las
tapas, la taberna Rua Vella de la calle Platería,
en la que vale la pena esperar mesa y degustar platos tan “foráneos”
como el carpaccio de reno de Letonia. Un punto final gastronómico
que nos obligará a volver y seguir nuevas rutas mañana
mismo.
(*)sobre
donde se filmó "Mar Adentro" |
©
Copyright Text: Julia López
10/09/05©
Món Comunicació
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